Estas leyes rigen a todo hombre, en toda situación, por encima de cualquier creencia política, religiosa e
ideológica; para liderar sus propios pensamientos, emociones y acciones; fundando así un ser social, útil,
honesto, leal a su causa, espiritual y siempre con prioridad en sí mismo y en el bienestar de los demás.
El hombre no tiene control sobre absolutamente nada, excepto sus emociones y pensamientos.
El hombre que controla sus emociones, controla sus pensamientos; quien controla sus pensamientos; cuida
de sus acciones, y quien cuida de sus acciones tiene garantizado el éxito y la felicidad.
El hombre es completamente libre de sus acciones en cualquier causa; pero es completamente esclavo de
las consecuencias que esas causas conllevan.